viernes, agosto 01, 2014

La reinvención de Ariel: reflexiones neoarielistas sobre posmodernidad y humanismo en América Latina, de Víctor Barrera Enderle


Por Clara Parra
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso

cparratriana@hotmail.com

 
El libro que aquí presento nos instala en una de las preguntas fundamentales para el actual desarrollo de la historia intelectual latinoamericana: ¿es posible regresar al concepto y práctica del humanismo en pleno siglo XXI? Y esta no es una pregunta retórica si pensamos en las problemáticas actuales que rodean y afectan directamente al oficio de la crítica (no solo literaria y del arte) en el así llamado Tercer Mundo. Ya Víctor Barrera Enderle, autor de este libro, nos había compartido sus reflexiones en torno al lugar relevante que han ocupado nuestros intelectuales críticos en la configuración de nuestra conciencia histórica y cómo estos contribuyeron –en la madurez del siglo XIX hispanoamericano– a afianzar posturas de respuesta y proposición. Me refiero al ensayo titulado Lectores insurgentes, la formación de la crítica literaria hispanoamericana (1830-1870) y que fue el ganador del Premio Casa de las Américas (2013) en la modalidad ensayo (Víctor Barrera Enderle, La formación de la crítica literaria hispanoamericana (1830-1870), México, JUS, 2010).
La reinvención de Ariel está compuesto por cinco ensayos que son, a su vez, capítulos autónomos –con cuestionamientos propios que expondré más adelante– y un ensayo que prologa (presenta y justifica) la razón de ser del volumen. Si bien su lectura se puede realizar obviando el estricto orden de la disposición de la obra, estos ensayos guardan una coherencia y continuidad intrínsecas que los hacen un cuerpo articulado en torno a un concepto central actual: el neoarielismo. Este concepto es no solo retomado por el ensayista mexicano sino que también complementado en su necesidad de establecer una propuesta epistemológica humanista para el siglo XXI. Barrera Enderle nos recuerda en el prólogo del texto que el ensayista y crítico chileno Grínor Rojo ya se había servido de este neologismo al releer a José Enrique Rodó, en particular la lección humanista subyacente en Ariel, relacionada particularmente con la crítica al tecnocratismo (y al tecnocentrismo), la reivindicación del humanismo y el respeto y vocería del intelectual contemporáneo (Grínor Rojo, Las armas de las letras. Ensayos neoarielistas, Santiago, LOM ediciones, 2008). El neoarielismo de Barrera Enderle, al igual que el de su predecesor inmediato –Rojo–, se instala en el humanismo crítico que, a partir de la forma ensayística, comunica sus inquietudes y cuestionamientos tanto del conocimiento como de las maneras de comprenderlo. Este neoarielismo hace eco de la tradición ensayística hispanoamericana y la continúa, pues enriquece en su expresión crítica por su afán dialógico. La posición epistémica del neoarielismo, el que se encuentra en La reinvención de Ariel, asume una postura crítica frente al neocolonialismo político y cultural, al mismo tiempo que propone que el intelectual de nuestros tiempos sea un sujeto de acción y pensamiento, lo suficientemente lúcido para reflexionar y lo suficientemente comprometido para no caer en las redes del poder. De acá podemos evidenciar –desde los enunciados de Barrera Enderle– que hay una lectura atenta y dialogante tanto del pensamiento de Edward Said, como el de Antonio Gramsci en relación con la figura del intelectual contemporáneo. El primer capítulo, titulado “El hombre de Occidente creó a la modernidad y la modernidad engendró al sujeto moderno (y el sujeto moderno se aniquiló a sí mismo)”, está dedicado a una reflexión general sobre las problemáticas que el sujeto moderno ha enfrentado en su “doble paradoja”: la de su creencia en la infinitud de la escritura y su certeza de la finitud de la vida. La idea de progreso de la modernidad favorece la idea del perfeccionamiento humano, pero al mismo tiempo alberga la idea de aniquilamiento de sus posibilidades, pues frente a la autoridad que había adquirido la letra se opone la preponderancia del lenguaje, la cual elimina la concreción para dar paso a la abstracción (giro lingüístico). Con ello –nos dice Barrera Enderle–, el sujeto crítico inicia su proceso de autoeliminación, llevando consigo sus logros. En Hispanoamérica, un grupo selecto de creadores y críticos, convertidos en intelectuales por su acción discursiva crítica, se resistió a ese proceso de autoaniquilamiento: los modernistas. De este modo, entramos en el segundo capítulo dedicado al sujeto crítico del modernismo hispanoamericano, cuyos ejemplos centrales son José Martí, Manuel Gutiérrez Nájera, Rubén Darío y José Enrique Rodó. Lejos de dedicar el ensayo a un estudio detallado de cada uno de ellos, Barrera Enderle enfoca su interés en la idea de autonomía literaria, la cual es una de nuestras más acabadas manifestaciones de modernidad intelectual. El ensayista mexicano valora en estos “sujetos críticos” la superación del espacio individual creativo para posicionar a la crítica literaria como manifestación discursiva y como proyecto cultural supranacional.
En “Un inusual lector de La Tempestad. José Enrique Rodó y la elaboración de Ariel”, el ensayista mexicano reconoce el valor intrínseco que alberga el texto emblemático del crítico y esteta uruguayo, mediante el rastreo del proceso de escritura de Ariel en la obra y acción de Rodó. Dentro de los valores que reconoce Barrera Enderle al ensayo de Rodó se encuentran: el rechazo a la nordomanía y a la especialización, y la voluntad y el deseo (a manera de proyecto) de una educación popular como forma de lograr el tan anhelado progreso. El capítulo cuarto, podría decirse, es el capítulo medular del libro que aquí reseño. Titulado “El intelectual latinoamericano: de Ariel a Calibán y de Calibán al neoarielismo”, este ensayo expone la cadena interpretativa que ha generado el “derecho a la interpretación” ejercido por Rodó en su Ariel, el cual como todo buen clásico ha generado diversas lecturas generando nuevos modos de posicionamiento intelectual. A la lectura antiimperialista realizada por Roberto Fernández Retamar (en el contexto de la Revolución Cubana y del caso Padilla en particular), Barrera Enderle le reconoce su capacidad para reaccionar ideológicamente deconstruyendo los conceptos impuestos sobre nuestra cultura: civilización y barbarie. Pero el peso del capítulo –como lo señalé anteriormente– se encuentra en el afianzamiento del concepto de “neoarielismo”, el cual busca ser un modo de respuesta para la urgente elaboración de una historia del intelectual hispanoamericano, quien además de ser un sujeto social, es también un sujeto discursivo que ha contribuido en la construcción de nuestras sociedades. El ensayo que cierra el volumen, dedicado a la “reflexión neoarielista sobre posmodernidad y humanismo crítico”, apela a la comunidad intelectual contemporánea sobre el ser y el hacer del humanismo en pleno siglo XXI. Se encuentra en este capítulo una invitación a la autocrítica de los intelectuales, quienes tienen dentro de su común tarea la reinvención de su propio quehacer a nivel social y la configuración constante de nuevos instrumentales para enfrentar los problemas contemporáneos.
Para concluir, quisiera especificar lo que considero el mayor aporte y logro de este nuevo libro de Víctor Barrera Enderle. Para quienes en la actualidad se dedican al estudio del papel y configuración del intelectual en América Latina, esta obra nos da un ejemplo de lo que se puede comprender leyendo directa y críticamente las obras clásicas, así como su vigencia permanente. Barrera Enderle, al igual que Rodó, ejerce su derecho a interpretar y nos plantea que la única posibilidad de sobrevivencia será nuestra capacidad para ejercer la autocrítica discursiva e histórica, desde cualquier ángulo que nos exija comprometer nuestros propios esfuerzos en el esfuerzo de construcción de nuestras sociedades.
(Reseña publicada la revista Taller de Letras de la Universidad Católica de Chile, número 54, primer semestre de 2014)